Según la Fundación Africana para la Medicina y la Investigación (AMREF en inglés) más de 200 millones de mujeres y niñas han sufrido mutilación genital femenina, y cada año más de tres millones de niñas corren el riesgo de sufrirla.
Cada 6 de febrero es el Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina (MGF). Esta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es “la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como otras lesiones de los mismos por motivos no médicos”.
Dicha práctica, según la AMREF (en inglés African Medical and Research Foundation), ha afectado a más 200 millones de mujeres y niñas en el mundo. Y al año más de tres millones de niñas corren el riesgo de ser víctimas de ella.
Pero estas cifras son solo un estimado, ya que debido a que esta agresión ocurre en un ambiente privado, es muy difícil poder conocer el número real de víctimas, y muertes que deja. Por lo mismo organizaciones como las Naciones Unidas y la Unicef trabajan desde hace años para frenar esta problemática.
Sobre el término y el trabajo por su abolición
Esta es una práctica tradicional en algunas culturas. En ellas, hay familias que creen que potencian la belleza, honor, estatus social, castidad, y con ello las posibilidades de matrimonio de una niña o mujer. Cuando en realidad solo causa terribles dolores, que pueden provocar hemorragias prolongadas, infecciones, infertilidad e incluso la muerte.
Por ese dolor y tortura, a este procedimiento se le llama “mutilación” a nivel internacional desde 1991. Ya que refuerza la idea de que esta “tradición” es una violación de los derechos humanos de niñas y mujeres. Y así se parte por ayudar a promover el movimiento a nivel nacional e internacional que busca la abolición de esta práctica.
De hecho, en las comunidades que aún la practican, el término mutilación puede llegar a ser problemático, y en cambio usan el término “ablación”, para no decir que mutilan a sus propias hijas. Por ello organizaciones como Unicef usan ambos términos en su trabajo por la abolición de esta práctica. Así destacan la problemática de esta, pero permiten que las familias identifiquen lo que hacen.
Además de esta labor, Unicef trabaja en dos niveles, el institucional y el comunitario. En el caso del nivel institucional buscan influenciar en que las políticas, legislación y presupuestos promuevan el abandono de la mutilación genital femenina. Mientras que a nivel comunitario hacen alianzas locales para ayudar a las comunidades a acabar con esta práctica.
De esta forma, quienes trabajan para terminar con esta práctica, creen que el cambio se logrará de mejor forma si las comunidades pueden tener los conocimientos que les permitan tomar decisiones que terminen esta práctica de forma duradera.
Cifras en el mundo
Según un estudio realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) antes de la pandemia por COVID-19, prevenir la mutilación genital femenina costaba 95 dólares por niña. Además, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tratamiento de las complicaciones sanitarias por la MGF en 27 países, tiene un costo de 1400 millones de dólares al año.
A continuación te compartimos otros datos relevantes que dio la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre esta práctica:
- Estos procedimientos no aportan ningún beneficio a la salud de las mujeres ni de las niñas.
- Pueden producir hemorragias graves y problemas urinarios. Y más tarde pueden causar quistes, infecciones, complicaciones del parto y aumento del riesgo de muerte del recién nacido.
- Más de 200 millones de mujeres y niñas vivas actualmente han sido objeto de esta mutilación en los 30 países de África, Oriente Medio y Asia donde se concentra esta práctica.
- En la mayoría de los casos se practican en la infancia, en algún momento entre la lactancia y los 15 años.
- Es es una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas.
- La OMS se opone a toda forma de MGF y a que los dispensadores de atención de salud realicen esta práctica. Es decir están en contra de la medicalización de la mutilación genital femenina.
El pronóstico de esta práctica es un tema preocupante, ya que 30 países en los que actualmente se realiza, están pasando por un alto crecimiento poblacional. Además en ellos al menos un 30% de la población femenina son menores de 15 años.
Otro hecho que empeora la situación es que una de cada cuatro niñas y mujeres que sufrieron esta mutilación, lo hicieron por parte del personal sanitario. Tendencia que alarma en el pronóstico de la lucha por la abolición de esta práctica, ya que la pretende medicalizar.
Esto sumado a las interrupciones de los programas de prevención, por causa de la pandemia por Covid-19, no mejora el pronóstico. De hecho según un estudio del Centro de Excelencia Contra la Mutilación Genital Femenina de Amref en Kenia, más del 50% de quien respondieron la encuesta dijeron que los casos de MGF aumentaron desde el confinamiento. Y entre las razones que explicarían este aumento fueron el cierre de las escuelas, y la obligación de que estas niñas y mujeres tengan que estar en sus casas.
Por lo que de no tomar acción al respecto, el panorama muestra una práctica que se seguirá implementando.
Vulneración a la salud sexual de la mujer en Chile
Prácticas que vulneren los derechos humanos de la mujer, como la mutilación genital femenina, no son una práctica aislada. Las mujeres en todo el mundo viven vulneraciones a sus derechos sexuales y reproductivos. Sin ir más lejos, en Chile un tema que se critica y ha tenido varias víctimas es la violencia ginecológica y obstétrica.
Para la Colectiva contra la Violencia Ginecológica y Obstétrica, la violencia ginecológica abarca todas las prácticas realizadas por integrantes del equipo de salud que impliquen una atención o tratamiento deshumanizado. Así como también el uso de procedimientos innecesarios o intencionalmente dolorosos, el abuso de medicación, la transformación de procesos naturales en patológicos, la denegación de información o tratamiento.
A partir de datos obtenidos de la Primera Encuesta Nacional Sobre Violencia Ginecológica y Obstétrica en Chile 2019–2020, realizada por la misma colectiva, el 67% de las mujeres considera que ha vivido violencia ginecológica y un 79% violencia obstétrica.
En el caso de la violencia ginecológica nos encontramos con cifras alarmantes del tipo:
- 21.4% afirmó que el personal de salud juzgó sus prácticas sexuales en tono moralizante.
- 17.6% recibió comentarios inapropiados de índole sexual sobre su cuerpo.
- 26% recibió retos o amenazas en la consulta ginecológica.
- 37.3% se sintió. infantilizada por el personal al realizar consultas.
- 17.1% dijo que recibieron tocaciones inapropiadas en la consulta que les hizo sentir vulneradas.
- 20% afirmó recibir procedimientos que le causaron intencionalmente dolor.
- 9.1% sintió que fue víctima de violencia sexual por parte del médico o de algún integrante del equipo médico.
- 20.8% afirma que se le medicó sin tener claridad de qué modo dichos medicamentos pueden tener utilidad en su salud ginecológica.
Mientras que en los casos de violencia obstétrica las cifras también son preocupantes:
- 48.2% se sintió infantilizada o anulada por el equipo médico como si fuera incapaz de tomar decisiones sobre lo que le ocurría antes, durante y/o después del parto.
- 42.8% fue criticada por expresar sus emociones, como llorar o gritar de dolor, durante el trabajo de parto.
- 41.7% reporta que no manifestó sus miedos o inquietudes porque el personal no le respondía, o lo hacía de mala manera.
- 45.9% dijo que le hicieron procedimientos sin pedir su consentimiento o sin explicar por qué eran necesarios.
- 37.7% fue obligada a mantenerse en cama impidiéndole caminar o buscar otras posiciones según sus necesidades.
- 24.9% informa que se le impidió el contacto inmediato con su hija o hijo recién nacido antes de que se lo llevaran a control.
- 10.2% se le negó la posibilidad de utilizar algún dispositivo o realizar algún procedimiento de control de la natalidad como DIU, ligadura de trompas, entre otros.
- MIentras que a un 7.7% se le obligó utilizar alguno de estos dispositivos.
Todas estas prácticas producen la pérdida de autonomía, y la capacidad de tomar decisiones libremente sobre el cuerpo y sexualidad quienes las sufren. Además de que reproducen los mismos prejuicios y sesgos de nuestra cultura hacia las mujeres y la diversidad sexual.
Esta violencia tiene un enorme impacto en la vida de las mujeres. Ya sean prácticas pasadas como tradiciones, como la mutilación genital femenina, o prácticas medicalizadas como la violencia obstétrica y ginecológica.
Por lo mismo, desde Lideramujer creemos que frenar este tipo de prácticas es fundamental para garantizar el derecho a la salud, supervivencia e igualdad de millones de mujeres y niñas.
Que aún en el siglo XXI sigan existiendo víctimas de agresiones tan inhumanas como lo es la mutilación genital, es un signo de la desigualdad y precariedad a las que se enfrentan muchas mujeres en el mundo. Y se hace urgente abolirlas lo más pronto posible.